Texto: Lucas 13, // 21 Tiempo Ordinario –C- Comentarios y presentación:: Asun Gutiérrez. Música: Bach. Concierto Violín y Orquesta. Adagio. Para entrar en el Reino, hay que pasar por la puerta del Evangelio, avanzar hacia Jesús que nos dice (Jn 10,7.9) que Él mismo es la Puerta. ¡Qué maravillosa noticia!
Mientras iba de camino hacia Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por los que pasaba. En los evangelios el camino a Jerusalén expresa la decisión de Jesús de cumplir fielmente la misión de su Padre de anunciar y hacer vida la buena nueva hasta las últimas consecuencias.
Uno le preguntó: –Señor, ¿son pocos los que se salvan? Hay preguntas que las personas siempre se han planteado: ¿qué es el ser humano?, ¿cuál es el sentido y fin de la vida?, ¿cuál es el camino para alcanzar la felicidad?, ¿serán que se salven?... La respuesta a estas y otras cuestiones se encuentra recordando y actualizando las recomendaciones de Jesús. En este caso, Jesús no va a responder a la pregunta que le hacen. Dice lo que es útil y conveniente a quienes le escuchan. No responde sobre el número de que se salvan, sino qué hay que hacer para acoger la salvación. La salvación no es tanto una cuestión de voluntad y de deber como de diálogo y de deseo. Es aceptar a Jesús, dejarse salvar, amar, iluminar por Él. Seguir sus pasos.
Jesús le respondió: –Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de casa se levante y cierre la puerta, vosotros os quedaréis fuera y, aunque empecéis a aporrear la puerta gritando: ¡Señor, ábrenos!, os responderá: ¡No sé de dónde sois!. Esforzarse es poner en práctica el mensaje liberador de Jesús. Acoger su Palabra. Vivir según su Evangelio. El esfuerzo por entrar por esa puerta no consiste en el rigorismo estrecho, estéril, agobiante y superficial, propio de los fariseos, que Jesús condena tantas veces. Jesús llama a la radicalidad –a ir a la raíz-, a la conversión, a vivir de la manera que nos hace personas más libres, más solidarias, más alegres, más felices. Si Jesús nos invita y recomienda pasar por la puerta estrecha, sabemos que la puerta estrecha nos conduce a la confianza, a la alegría, a la paz, a la esperanza... Jesús nos habla de la puerta que conduce a la felicidad. Él es la única Puerta, siempre abierta a No hay otra. Belén. Puerta de la Humildad
Entonces os pondréis a decir: Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. Pero él os dirá: ¡No sé de dónde sois! ¡Apartaos de mí, malvados!. Entonces lloraréis y os rechinarán los dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera. La dinámica del Reino no tiene nada que ver con el de las sociedades terrenas. En él no valen los privilegios, ni las viejas tradiciones; lo fundamental son las actitudes personales. La fe en Jesús no es cuestión de estar en un libro ni de asistir a ceremonias religiosas. Lo que cuenta ante Dios es la fidelidad al mensaje de Jesús traducido en obras, el amor que se hace visible en los hechos de la vida cotidiana. Estas palabras de Jesús pueden aplicarse a quienes no quieren sustituir los sacrificios por la fe, las costumbres y normas por el Evangelio, a quienes se creen por oír la Palabra sin ponerla en práctica. La falta de compromiso provoca la autoexclusión.
Pues vendrán muchos de oriente y occidente, del norte y del sur, a sentarse a la mesa en el reino de Dios. Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos. Jesús utiliza con frecuencia la imagen del banquete. Es una forma de explicar que el Reino es plenitud, fiesta, alegría, acogida, solidaridad, fraternidad... La invitación es una oferta universal. El Reino no es patrimonio de ni se consigue por poder ni privilegios. Es un don del que gozan quienes trabajan por él, sean creyentes o no, ¿cuándo te vimos hambriento, desnudo, con sed..?(Mt 25,37) Creerse en posesión del Reino y de la verdad y con derecho a juzgar, excomulgar y marginar a es vivir fuera de la dinámica del Reino. Jesús habla, una vez más, de que nos esperan grandes sorpresas, inversión de papeles. Por suerte, los criterios del Reino son completamente diferentes a los nuestros. Habrá que algunos, que se consideran primeros, no esperaban encontrar.
Creemos que nuestra tierra, nuestra ciudad, nuestro barrio y nuestra comunidad han sido y son la morada de Dios entre nosotros. Creemos que Él enjuga las lágrimas de los empobrecidos y marginados del mundo. Creemos que Dios es el principio y el fin de nuestras vidas. Creemos que Él nos da a beber el agua viva que nos convierte en hijos e hijas suyos. Creemos que habrá para los débiles y oprimidos un cielo y una tierra nueva, sin dolor ni llanto, con paz, justicia y felicidad. Creemos que es posible, si nos comprometemos a hacerlo realidad. Ulibarri Fl. Ulibarri Fl.